Mi abuela es un meme y es un poco por mi culpa
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En internet hay mucha gente que quiere ser viral y hace todo para lograrlo. Luego están las personas que llegan a la fama involuntariamente. Ana María Rodríguez es una de ellas.
Ella es una ama de casa uruguaya de 85 años y la cara del meme de "abuela tecnológica" que ha triunfado por toda América Latina.
Quizás lo hayas visto. En el meme ella tiene una tableta que controla con su dedo índice. Se ve como la típica abuelita: tiene lentes, pelo rubio, corto y enrulado. La expresión en su cara es entre contrada y sonriente.
No buscó ser viral. Tampoco lo pudo parar. Lo sé bien porque ella es mi abuela materna, Bia, y porque se puede decir que en parte su fama en internet fue mi culpa.
La "abuela tecnológica"
Todo empezó hace 15 años, cuando con mis hermanos y mi primo le obsequiamos una tableta para festejar sus 70 años. Bia jamás había tenido una computadora y en ese entonces no quería saber de nada con los celulares inteligentes. Así que no nos hacíamos muchas ilusiones con que usaría el regalo.
"Al principio dije: 'Me parece que no es necesaria', pero me fui acostumbrando", contó Bia. "Ahora no puedo dejar todos los días de estar con la tablet o con el celular".
La tableta terminó siendo todo un éxito. Aprendió a mandar correos electrónicos y suscribirse a boletines, ver películas, leer noticias y jugar videojuegos. En muchos aspectos Bia es esa "abuela tecnológica". Y sin embargo, es mucho más que el meme.
El día de la foto
En junio de 2014, Tabaré Vázquez, ex presidente de Uruguay, dio un discurso con las diez claves de lo que luego sería su segundo mandato. Su promesa electoral número tres fue promover "la inclusión digital de todos los ciudadanos, entre otras herramientas, con la entrega de una tablet gratuitamente a cada jubilada y jubilado".
En ese entonces yo trabajaba en el diario uruguayo El Observador, y era la creadora y editora de Cromo, el primero y entonces único medio especializado en ciencia y tecnología del país.
Como Vázquez había puesto a la tecnología en un lugar prioritario de la agenda electoral, era evidente que teníamos que hacer un reportaje sobre el uso de tabletas en adultos mayores. Y yo tenía a la entrevistada perfecta: Bia.
Unos días después fui a su casa junto con dos periodistas y con el fotoperiodista Diego Battiste. El día en que se publicó el artículo, una de sus fotos salió en la portada. Pero lo que era un lindo retrato terminaría convirtiéndose en algo que ninguno de nosotros jamás imaginó.
Bia se convierte en la abuela de todos
Unos ocho o diez meses después de publicada la nota, a mi abuela le pasó algo extrañísimo: "Fui al club, a la piscina. Y una de las chicas me dice: 'Estás en YouTube y dice que ganás 1.000 dólares por día'. Ojalá fuera verdad, pero no es así".
A diferencia de ella, yo no sé bien cómo ni cuándo me enteré de que su foto había sido robada y estaba circulando en sitios de internet que nada tenían que ver con el reportaje original. Lo que sí recuerdo es la bronca y la culpa que sentí.
Han pasado casi diez años desde entonces y la foto sigue circulando. Ha aparecido en sitios de apuestas online y de desinformación, pero también en medios. La encontré en más de 50 portales de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Venezuela, España y hasta Suiza sin el crédito de Battiste o de El Observador, como si fuese una imagen de stock. Salió publicada en la página oficial del gobierno de México, la del Consorcio de Universidades del Estado de Chile y un hogar de adultos mayores en Costa Rica.
Por supuesto, también están los memes, quizás lo único que siempre me ha divertido de todo esto. Hay uno con su foto y un texto arriba que dice: "En Instagram viendo qué hicieron anoche". En otro se lee: "Yo a las 7am respondiendo todos los mensajes en WhatsApp del día anterior porque a las 9pm ya me estoy quedando dormido".
A Bia también le causa gracia. "Me gusta porque trato de ser una abuela simpática. Me gusta ser abuela y me gusta ser bisabuela también", dijo.
De hecho, Bia ha dedicado toda su vida a nuestra familia. Crió a sus dos hijas y cuidó de sus cinco nietos todas las tardes después de la escuela (¡y éramos intensos!). Cuando tenía 57 años enviudó y poco tiempo después se mudó con sus padres, a quienes cuidó hasta que ambos fallecieron.
"Yo creo que nací con vocación de servicio", afirmó. Al servicio de su familia, no de los caprichos de internet.
La marca de la cicatriz
Bia ha visto apenas una parte de todo el material que encontré en internet con su rostro. Pero en alguna publicación, ella no recuerda bien dónde, vio que le decían "vieja pituca", un término despectivo que se usa para describir a personas de clase alta.
"¡Cualquier cosa me decían! Y yo digo: '¿Qué tengo que hacer con esto?'. No puedo hacer nada. Es tremendo esto de las redes. Creo que eso es lo que me frena a mí a abrirme más a las redes, porque no me gusta que hagan comentarios sobre lo que no soy", explicó.
Estoy segura de que ver que insultan a tu propia abuela o que usan su foto en una nota falsa tiene que ser shockeante para cualquier persona. Pero en mi caso, como periodista, es peor. El dolor es incluso mayor, porque fui yo la periodista que promovió el reportaje donde le tomaron esa foto.
Es tan grande la marca que me dejó todo este incidente que jamás he publicado una sola foto con la cara de mis hijos de 5 y 3 años en ninguna red social. Tampoco permito que otros lo hagan. He llegado a pedir a amigos que eliminen fotos y hasta en su escuela saben que no autorizamos el uso de sus imágenes.
Varias personas me han dicho que soy una exagerada. Pero ninguno de ellos tiene a un familiar que se volvió viral.
Hora de dejar ir
Durante todos estos años venía evitando hablar de este tema con Bia. Es que, lo que empezó como un favor laboral hace una década, terminó con mi abuela perdiendo el control de su rostro. Es difícil ver vulnerable a alguien a quien amas. Aunque no sea una vulnerabilidad física, duele igual. Internet puede ser un lugar muy hostil y ella simplemente no se lo merece.
Un día del año pasado, sin pensarlo mucho, decidí pedirle perdón. Ella no se lo esperaba.
"Me sentí mal porque no era necesario pedir perdón. No lo hiciste con ese fin. Era una cosa que salió de las manos de todos. Le gustó a alguien más para hacer otra cosa", dijo.
Tal vez es momento de dejar ir todo lo malo que me provocaba esta foto. Así que, cuando me vuelva a cruzar con su imagen en algún sitio o red social, esta vez no voy a sentirme avergonzada. Voy a poder verla y sonreír sabiendo que Bia es tan especial que solo fue necesaria una pequeña dosis suya para enamorar a internet.
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Ana Pais es Editora Digital Senior de Radio Ambulante. Este episodio fue editado por Camila Segura, Luis Fernando Vargas y Daniel Alarcón. El factchecking es de Bruno Scelza, quién además apoyó en la producción. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano, con música de Rémy.